Cambio de sexo en la República Islámica de Irán

Irán es la única república islámica que permite operaciones de cambio de sexo. En 1967, el ayatollah Ruhollah Khomeini, en ese momento en el exilio, comenzó a escribir su libro fundamental titulado Tahrir al-wasilah1 donde en uno de sus capítulos anticipó sus propias declaraciones posteriores sobre la cuestión «transgénero».

El libro fue publicado en el año 1387 según el calendario tradicional iraní, en 1968 en el occidental, en cuatro volúmenes, editándose en inglés en 2011. En la sección que trata sobre temas y problemas contemporáneos en general y la cuestión del  «cambio de sexo» en particular, el ayatollah consideró la no existencia de restricción alguna en los textos sagrados que impidiera la cirugía de reasignación de sexo para ciertas personas.



Introducción

A finales de los años ochenta un ciudadano iraní llamado Fereydoon Molkara2 nacido hombre y que luego se identificó como mujer, solicitó al ayatollah Khomeini la autorización para poder someterse a los procedimientos quirúrgicos necesarios para el cambio de su sexo. Khomeini le dio su autorización para que procediera al cambio emitiendo una fatwa 3 donde afirmó que cambiar de sexo con la aprobación de un médico no está prohibido. 4 El ayatollah permitió la cirugía porque consideraba que no había indicios de su ilegalidad en fuentes islámicas, es decir, al no ir en contra de la ley religiosa y del Corán, está permitida y es posible llevarla a cabo.

A partir de este caso las leyes actuales en Irán permiten poner en marcha el procedimiento de cambio de sexo cuando es solicitado por cualquier persona que se identifique con un sexo diferente al de su nacimiento y si cumple con los requisitos que establece el sistema administrativo iraní realice el procedimiento de cambio, que implica intervenciones quirúrgicas y farmacológicas, así como la aceptación total de las obligaciones y derechos que se derivan de la situación de hombre o mujer en la sociedad iraní.

En un viaje que hice a Irán en 2018 tomé conocimiento de este tema puesto que ignoraba que en una república islámica pudiera ser considerado. Durante el viaje tuve la suerte de visitar varias de sus históricas ciudades, desde Teherán, pasando por Isfahán, Yazd, Shiraz, Mashhad, Qazvin… viaje que casi en su totalidad realicé en tren, y donde también tuve la ocasión de visitar la monumental Persépolis.

Amistades y profesores me posibilitaron entrar en contacto en Teherán con una realidad social, política, cultural y teológica desconocida en parte en occidente.

En este texto procuraremos describir esta situación, considerando referencias académicas de investigación occidentales e iraníes sobre la problemática del cambio de sexo en Irán sabiendo que en muchas ocasiones se opina y dictamina sobre estos y otros temas complejos de forma apresurada desde las certezas occidentales.

Obviamente hemos encontrado trabajos académicos con posiciones enfrentadas cuyas fuentes citaremos con el deseo que sirvan de introducción a un tema generador de controversias en algunas sociedades de occidente, con posiciones ideológicas y políticas en muchas ocasiones sin mayor fundamento que el imperativo de querer ser impuestas, desplazando en ocasiones a quienes abogan por un proceso deliberativo prudente y riguroso sobre tan compleja cuestión.

Este artículo pretende limitarse a señalar la fatwa original del ayatollah Khomeini, haciendo mención a algunos argumentos de teóricos que desde occidente consideran que los ulamas iraníes manipulan la decisión de Khomeini para utilizarla como un dispositivo de control y medicalización e imponer un comportamiento «sexual normativo» a través de la medicina farmacológica y quirúrgica, mediante una férrea vigilancia de la sexualidad de la población iraní y la homosexualidad en particular.

Abordar un tema tan complejo y controvertido requiere por tanto de un mínimo marco epistemológico, cultural y teológico que obviamente escapa a este trabajo, pero que intentaremos mencionar en sus vectores principales.

La Revolución Iraní

«Por lo general, las causas de una revolución se buscan entre las condiciones objetivas: en la miseria generalizada, en la opresión, en abusos escandalosos. Pero este enfoque de la cuestión, aunque acertado, es parcial, pues condiciones parecidas se dan en decenas de países y, sin embargo, las revoluciones estallan en contadas ocasiones. Es necesaria la toma de conciencia de la miseria y de la opresión, el convencimiento de que ni la una ni la otra forman parte del orden natural del mundo».5

Si en nuestra cultura resulta difícil intentar debatir sobre la cuestión del cambio de sexo, donde se enfrentan posiciones religiosas, morales y políticas, más difícil aún resulta investigar esa misma problemática en la cultura persa, tan cercana y lejana a la vez.

Lo mismo puede ocurrir con el intento de comprender la revolución islámica de finales de los años setenta, una revolución que fue:

«(…) una revuelta contra la historia occidental, hecha para conservar las tradiciones propias, para volver al camino de la ley plasmada en el Corán. No es una revolución que hable de «Libertad, Igualdad y Fraternidad», no es una revolución por la democracia ni para imponer la dictadura del proletariado o del campesinado. Es una revolución que unió a poseedores con desposeídos para reivindicar el Islam, el Corán y el Imamato continuo. (…) En este sentido, la Revolución Iraní es un movimiento social que destruyó la legitimidad caduca de la monarquía Pahlevi para remplazarla por la legitimidad de una república islámica».6

La revolución iraní responde al Islam shiita, que es de ese momento la religión oficial, con un modelo político que con aciertos y errores, avances y retrocesos, obstáculos internos y externos, que propuso la estatización de la economía y sobre todo, de los recursos naturales propios. El sistema político que emergió de la revolución iraní de 1978 reemplazó al modelo militar dictatorial de la monarquía Pahlevi restaurada en 1953 mediante un golpe militar promovido y reconocido oficialmente por la CIA, EE.UU., Gran Bretaña y sectores monárquicos, que desembocó en el derrocamiento del primer ministro Mohammad Mosaddeq que había decidido nacionalizar el petróleo iraní. 7 8

Un país que luego padecería la devastación causada por una guerra que duró ocho años con su vecino Irak, que comenzó el 22 de septiembre de 1980 con la invasión iraquí y que enfrentó a dos modelos de revolución e ideología que pretendían ejercer su hegemonía en la región, en busca de una tercera vía en el contexto geopolítico bipolar de la época, empujados además al conflicto bélico por intereses económicos de países extranjeros focalizados nuevamente en los recursos petrolíferos de la región.

Durante décadas Khomeini fue convirtiendo al Islam en una ideología de lucha que permitió crear un Estado nuevo sobre las bases de «una revolución antimonárquica y antioccidental, un estado que desconfiaba de los soviéticos —el Pequeño Satán—, seguía odiando al Gran SatánEE.UU.—, así como a las criminales y corruptas monarquías seudoislámicas del Golfo». 9

La cuestión «transgénero» y la perspectiva teológica

La cuestión transgénero desafía, entre otros, los preceptos éticos y morales de la teología islámica como de la católica, donde a la distinción entre el sexo biológico de nacimiento, la manifestación de la orientación sexual, junto a aspectos culturales, se suma la cuestión de la llamada «identidad de género».

Insistimos, no será aquí donde delimitemos ni definamos esta problemática, tan solo es nuestra intención plantearla y resaltar su estatuto en la sociedad iraní, patria del «padre de la medicina moderna», el médico persa Avicena [980-1037].

Para la teología católica la reasignación quirúrgica del sexo se enfrenta con el postulado tricotómico de unidad entre cuerpo, alma y espíritu. La ciencia médica plantea el mismo desafío al pensamiento islámico. Y de manera sorprendente, en la sociedad shiita iraní está permitido cambiar el sexo mediante una intervención quirúrgica, siempre que una persona sea oficialmente reconocida como transgénero. 10

Esta decisión parte del razonamiento teológico de las autoridades religiosas iraníes que abordan las dificultades de la unidad y armonía del alma y el cuerpo. El mismo desafío que interpela al razonamiento religioso y bioético en nuestra sociedad occidental desde su perspectiva religiosa católica, con la diferencia que en Irán, con un sistema político más conservador tiene uno de los enfoques más abiertos hacia la cuestión transgénero.

Busto de Avicena [Ibn Sina, 980-1037]. Mashhad, Irán.

En la sociedad iraní si los organismos médicos responsables reconocen a una persona con una problemática de género, ésta es autorizada a someterse a una cirugía para cambiar de sexo, y en algunos casos, dicha cirugía, financiada en parte por la sanidad pública, es incluso recomendada por las propias autoridades religiosas.  

El modo de financiación es el siguiente:

Por una parte el gobierno aporta la mitad del costo de la cirugía y el tratamiento farmacológico y el resto lo aporta una organización benéfica iraní, la Fundación de Ayuda Imam Khomeini, si así lo solicita y necesita la persona. El cambio de sexo implica la modificación de documento de identidad, permiso de conducir, obligaciones o exención del servicio militar, derecho a contraer matrimonio con la nueva identidad, etc.

La «fatwa» del ayatolá Khomeini

Durante su exilio en Bursa, Turquía, el ayatollah Khomeini comenzó a escribir su libro fundamental Tahrir al-wasilah, donde en uno de sus capítulos anticipó sus propias declaraciones posteriores sobre la cuestión transgénero.  El libro fue publicado en el año 1387 según el calendario tradicional iraní, en 1968 en el occidental, en cuatro volúmenes, editándose en inglés en 2011. La sección 49 del volumen IV, trata sobre temas y problemas contemporáneos en general y la cuestión transgénero en particular. En dicho apartado señala el texto de Khomeini:

VIII- Cambio de Sexo. Problema #1. Al parecer no está prohibido cambiar el sexo de un hombre a mujer mediante una operación quirúrgica, o viceversa. Asimismo, no está prohibida la operación quirúrgica de un hermafrodita para su unión definitiva a cualquiera de los sexos. ¿Es obligatorio en caso de que una mujer encuentre en sí inclinaciones del tipo de impulso masculino o algunos síntomas masculinos, o un hombre sutil en sí inclinaciones del sexo opuesto y algunos de sus síntomas? Aparentemente no es obligatorio cuando la persona realmente pertenece a un sexo, pero es posible cambiarlo al sexo opuesto. 11

La autorización del cambio de sexo en Irán se valora por diferentes autores e investigadores principalmente desde dos perspectivas. La de aquellos que resaltan el esfuerzo del gobierno iraní para abordar este tema 12 y la de otros que consideran que el gobierno iraní hace uso del procedimiento de cambio de sexo para manipular la sexualidad con el fin de forzar «los diferentes tipos de trastornos, predominantemente la homosexualidad, a encajar en categorías heterosexuales de una sociedad binaria masculina y femenina». 13

Es de destacar que la puesta en marcha del procedimiento para el cambio de sexo en Irán tiene menos margen de duda en aquellos casos que la ley musulmana contempla como «intersexuales», es decir, sujetos hermafroditas, que en realidad son sujetos que no reúnen los dos sexos a la vez, sino que manifiestan ambigüedad genital por un detenimiento en el desarrollo sexual físico, en cuyo caso no sería una operación de «cambio de sexo» sino de «clarificación de sexo». 14

Libro Tahrir Al-Vasilah. Ayatollah Khomeini. Vol. IV

Maryam Khatoon: la primera mujer transexual iraní

Fereydoon Molkara, creyente musulmán, deseaba convertirse en mujer y buscó para ello la autorización de las autoridades religiosas iraníes. Posteriormente, reconocido oficialmente como mujer, cambió su identidad y nombre al de Maryam Khatoon Molkara. Primero planteó su situación al ayatollah Behbehani, quien realizó una ceremonia religiosa iraní [istikhareh] que consiste en abrir al azar el Corán e interpretar el problema planteado de acuerdo con el contenido de dicha página. 15

En su caso fue la Sura 19 del Corán llamada Maryam [María], donde los versos cuentan la historia de María, la madre de Jesús. El ayatollah Behbehani consideró que eso significaba que la vida de Molkara sería como la vida de Maryam que significa «vida de lucha». Desde ese momento Fereydoon Molkara aceptó el nuevo nombre que le sugirió el ayatollah: Maryam. En ese mismo encuentro Behbahani le aconsejó que contactara con el ayatollah Khomeini, que estaba exiliado en Irak. En una de sus entrevistas, Maryam Molkara comentó la opinión de Khomeini sobre su situación personal:

«Le dije que siempre había tenido la sensación de ser mujer. Escribí que mi madre me había dicho que incluso cuando tenía dos años me había encontrado frente al espejo poniéndome tiza en la cara de la misma manera que una mujer se maquilla. Él respondió diciendo que debería seguir las obligaciones islámicas de ser mujer». 16

Posteriormente volvió a visitar a Khomeini cuando éste ya había regresado a Irán. La fecha del encuentro no está clara ya que Fereydoon Molkara señaló dos fechas diferentes. En una entrevista con la cadena de BBC dijo que fue en el año 1365, 1986-1987 según el calendario gregoriano. En otra entrevista con Mohammad Mehdi Kariminia, clérigo y profesor de la Universidad de Qom, 17 mencionó el año 1364 del calendario solar iraní, que equivale a 1985-1986. 18

En la reunión Khomeini le dio su bendición para que procediera a cambiar de sexo, entregándole en ese momento un chador y emitiendo una fatwa donde afirmó que cambiar de sexo con la aprobación de un médico no está prohibido. 19

Según comenta la propia Maryam, el ayatollah Khomeini le dijo que debía observar todos los ritos religiosos y culturales específicos de las mujeres, incluida la forma de vestir, impugnada en ocasiones de forma maniquea en occidente, sin hacer de ella una valoración sociohistórica más precisa. 20

De este modo Khomeini permitió la cirugía de cambio de sexo al considerar, como había indicado en su libro, que no había indicios de su ilegalidad en fuentes islámicas, ya que lo que no es contrario a la ley religiosa y al Corán está permitido y por tanto es posible hacerlo.

La fatwa emitida por el ayatollah establece que no está prohibido someterse a la cirugía, pero no significa necesariamente que sea obligatorio hacerlo. La cirugía de Maryam se realizó en 1997 en Tailandia. Los gastos fueron cubiertos por la Fundación de Ayuda del Imam Khomeini. Posteriormente Maryam Molkara, cofundó una organización para otorgar préstamos para ayudar a otros transexuales.

Comentario: los prejuicios que acompañan

Aunque lo neguemos los prejuicios guían nuestra mirada en el encuentro con la realidad. Hay prejuicios que precipitan conclusiones, por tanto nos ciegan y otros que nos orientan para entender algo de dicha realidad, en cierto modo, son prejuicios que iluminan el sendero. No tener prejuicios es el mayor de ellos, ya que no los tenemos, son ellos los que nos tienen a nosotros. Decía Hans-Georg Gadamer que «el mejor modo de aclarar el propio prejuicio es hacer uso de él. Entonces contrastará con otros prejuicios y permitirá que también éstos se expliciten.» 21

En Irán el proceso administrativo, médico y judicial para obtener un certificado que autorice el cambio de sexo implica sesiones de psicología y psiquiatría que realiza el Instituto de Psiquiatría de Teherán (TIP: Tehran Psychiatric Institute, School of Behavioral Sciences and Mental Health). Luego la persona solicitante es derivada a la Organización de Medicina Legal (LMO) 22, que depende del Ministerio de Justicia. Una vez confirmado el diagnóstico de «Trastorno de identidad de género» (GID) 23 el Tribunal Administrativo del Ministerio de Justicia emite el certificado que autoriza la cirugía, así como el cambio legal de nombre y género. 24

Respecto a la fatwa emitida por el ayatollah Khomeini actualmente no existe unanimidad de opinión entre los eruditos shiítas. 25 Hay opiniones jurídicas y teológicas que la aprueban y muchas otras que se oponen y la cuestionan. De hecho no en todas las regiones se aprueban las operaciones de cambio se sexo, siendo Teherán y Mashhad las ciudades donde mayormente se autorizan. 26

Ciencia y deliberación

En nuestra sociedad occidental pareciera que la ciencia en general y la medicina en particular con su «saber técnico», avanzan a una mayor velocidad que la deliberación ética y prudente sobre cuestiones como las que aquí se plantean, en ocasiones ocultando aquellos intereses políticos y económicos que subyacen en la relación «sexualidad» y «género», un territorio complejo dado a especulaciones y conclusiones precipitadas.

Sabemos que los trabajos científicos no están exentos de caer en las redes de la moda que impone el discurso político interesado de cada época, como sucede con algunas investigaciones sobre el discutible axioma «identidad de género», que sin una adecuada valoración obvian que tanto en la infancia como en la adolescencia el malestar con el propio cuerpo y la imagen es parte del desarrollo, así como que la sexuación humana no es un proceso lineal.

La ciencia requiere de prudencia más que de activismo, que es necesario y es legítimo sin duda para la defensa de derechos sociales, pero un postulado de tal magnitud debe sostenerse en principios epistemológicos sólidos.

La deliberación consiste «en la ponderación de todos los factores que concurren en una situación concreta», por tanto legislar sobre el deseo, lo más íntimo del ser, y sobre el cuerpo ya es muy problemático pero como sucede en la administración de bloqueadores de la pubertad «legislar sobre el deseo infantil dándole carta de naturaleza y aumentando la autonomía de los que no son, ni pueden ser autónomos es temerario». 27

Si en algo coinciden la legislación iraní y la de aquellos países occidentales que también aprueban el cambio de sexo, es que ambas reconocen el valor de la técnica médica, farmacológica y quirúrgica, así como las terapias estéticas, con la gran paradoja que se recurre a la ciencias médicas para «despatologizar» un «desajuste» entre el psiquismo y el cuerpo. 28 Para occidente el género es una construcción social que no está asociada al sexo. En Irán, en cambio, el sexo y el rol son elementos inseparables.

Ética de la sexualidad

Consideramos que el estudio de la problemática del cambio de sexo requiere de una ética de la sexualidad que por lo general no se tiene en cuenta, algo que se evidencia al no contemplarse un componente esencial del ser humano: el «deseo inconsciente».

Quienes se colocan en una posición ideológica que consideran irrefutable, ya sea a favor o en contra de las intervenciones de cambio de sexo, manifiestan un déficit intelectual y cultural que impide orientarse desde una mínima perspectiva científica. Posiciones extremas que se limitan a postular que el destino lo marca la biología, y otras que consideran una certeza el «sentimiento consciente» que manifiesta un sujeto que dice sentirse del sexo opuesto, obviando ambas que la relación del sujeto contemporáneo con la sexualidad nunca es cadenciosa ni tampoco se resuelve desde el discurso jurídico sin más.

De igual modo que no se diagnostica una depresión por el solo hecho que un sujeto relate que está deprimido, sino que es necesario considerar otros factores para emitir un diagnóstico, como por ejemplo, el posible beneficio o ganancia —consciente o inconscientemente— que el sujeto puede llegar a obtener si recibe dicho diagnóstico. El profesional debe ser prudente y discernir la demanda del paciente de la del deseo que subyace, para lo cual es imprescindible el diálogo clínico, ya que el sufrimiento que manifieste un sujeto necesita ser escuchado pero no clausurado.

Nuestra sociedad occidental gira en torno al bienestar tanto físico como anímico y promete falsamente a los sujetos que es posible la satisfacción inmediata de cualquier necesidad o deseo que la propia sociedad genere y a su vez construye estereotipos morales de masculinidad y feminidad que presionan desde la infancia. Partiendo de que las pulsiones y deseos sexuales no tienen como fin único la reproducción, sino determinadas formas de la consecución del placer, debe tenerse en cuenta que la sexualidad humana se juega dentro de ciertos límites que necesariamente impone la cultura y no se reduce al ensalzamiento de la «identidad propia», es decir, del yo, para ocultar en cierto modo la angustia inherente a la existencia.

La prudencia, destaca el profesor Diego Gracia debe ser la virtud de los gobernantes, y añadimos, de los profesionales sanitarios y científicos, por tanto no puede darse una respuesta tajante a una duda íntima, una duda propia de la construcción y constitución de cada sujeto. La prudencia, consiste en la toma racional de decisiones en condiciones de incertidumbre dentro de un proceso deliberativo. 29